EL MECANISMO DE LAS TRANFORMACIONES ÍNTIMAS

 “Pero no basta con haber sido invitado, no es suficiente con llevar el nombre de cristianos, ni sentarse a la mesa, para tomar parte del celestial banquete. Es menester, ante todo, y como condición expresa, “estar vestido de boda”, esto es, tener la pureza del corazón y practicar la ley según su espíritu. Ahora bien, dicha ley se halla contenida en su totalidad en esta sentencia: Fuera de la caridad no hay salvación. Más, entre todos aquellos que escuchan la palabra divina, cuán pocos hay que la conservan y sacan provecho de ella! Cuán pocos se hacen dignos de entrar en el reino de los cielos! De ahí que Jesús haya dicho: “Porque muchos son los llamados, y pocos escogidos”.”

(Allan Kardec. El Evangelio Según el Espiritismo. Capítulo XVIII. Porque muchos son llamados, y Pocos escogidos. Parábola de la fiesta de bodas. Item 2)

En el proceso lento y progresivo de la reforma íntima, vamos realizando transformaciones sutiles en las estructuras magnéticas de nuestro periespíritu y vamos ampliando las potencialidades de nuestro espíritu.
La liberación de los vicios comunes como el fumar, el alcohol, el juego, la gula y los abusos del sexo, provoca la higienización en esas mismas impregnaciones densas que obstaculizan el flujo de las energías positivas y que consumen los fluidos vitalizantes que mantienen nuestro equilibrio orgánico y espiritual. Nuestro campo de energías vitales pasa a vibrar con mayor intensidad, ejerciendo una mayor acción restauradora de la salud física y del equilibrio emocional.

La disposición saludable, la calma interior, el ánimo reforzado toman cuenta de nosotros contribuyendo para una completa renovación en nuestra manera de sentir.

Liberándonos de los vicios dejamos de alimentar a las entidades que usufructuaban las mismas sensaciones y placeres, quienes estaban ligadas a nosotros por los procesos de simbiosis y vampirismo. Rompemos los lazos fluídicos viscosos que nos ligaban a esos espíritus y que nos sujetaban a nuestra propia animalidad. Consecuentemente nos liberamos de esas influencias perniciosas que nos condicionan a los vicios y nos transmiten depresión, malestar, desánimo, irritación, además de abrir grietas en ciertas regiones de los campos magnéticos de nuestro periespíritu, acarreando desequilibrios y comprometiendo el flujo de las energías vitalizantes y abastecedoras del metabolismo celular orgánico.

De esa manera erradicamos ciertos disturbios que se extienden en el periespíritu, lo cual se refleja inmediatamente en el funcionamiento de nuestros órganos, aparatos y sistemas. Dejamos de ser juguetes de las voluntades y deseos de esos espíritus nocivos, pasando a ejercer un mayor dominio sobre nosotros mismos.

Prosiguiendo en el trabajo de reforma íntima, tomamos conciencia de los defectos, tendencias, reacciones y modos de sentir, iniciamos una acción dinámica impulsora de los potenciales de nuestro espíritu.
Nuestra mente es semejante a un gran dínamo que pone en movimiento y alimenta el conjunto fabuloso de pequeños motores eléctricos representados por las células orgánicas.

La misma acción mental, controlando conscientemente nuestros impulsos, comienza a dinamizar y a poner en movimiento los campos magnéticos de mayor penetración y al alcance de nuestra esfera mental. Mudamos poco a poco nuestra manera de pensar, reflejándola en la manera de actuar y por lo tanto en la relación con nuestro prójimo.

Como resultado de ese trabajo, vamos modificando naturalmente nuestra comprensión para con todo y con todos los que nos rodean; nuestros pensamientos se abren hacia los aspectos dignificantes y nobles de nuestra existencia y pasamos a emitir ondas mentales que inducen al bien, sintonizándonos con planos vibratorios más elevados y colaborando positivamente para el mejoramiento de los que nos rodean.

Las irradiaciones que parten de nuestra región cardiaca, reflejando nuestro sentimiento, igualmente van ampliándose de manera progresiva. Pasamos a vibrar más amor, comprensión y tolerancia, lo cual se manifiesta en forma de energías renovadoras, influyendo dentro y fuera de nosotros. La sumatoria de las ondas mentales y emocionales intensificadas en el bien compone el campo colorido y luminoso de nuestra aura, que también se altera como consecuencia de nuestras transformaciones interiores.

De ese modo a través de nuestro propio esfuerzo en la constante renovación, mudamos el aspecto del halo magnético, envoltorio de nuestro espíritu, el aura de la cual nos habla André Luiz.

 

Creamos un campo vibratorio de mayor intensidad y alcance a semejanza de un escudo protector que requiere ser mantenido con nuestra vigilancia y el cual nos auxilia en el continuo esfuerzo de auto perfeccionamiento.

.Las emisiones de amor en el servicio al prójimo, en las obras asistenciales, en la tarea mediúmnica, en la donación de energías a través del pase, en las explicaciones de tipo moral, en la orientación a los niños, en el amparo al viejo, todas ellas son las oportunidades que tenemos para ejercitar, ampliar y solidificar nuestras determinaciones en el trabajo de la reforma íntima.
La reforma íntima sin servicio cristiano es una obra interrumpida que paró en sus bases. El trabajo que se inicia en el interior de los individuos, se transborda espontáneamente hacia el exterior como una consecuencia natural de su continuidad y expansión.

André Luiz también nos esclarece que las irradiaciones emitidas en las ocasiones en que dolores profundos nos afectan, pero son recibidos con resignación, realizan profundos efectos transformadores en nuestro espíritu. Las oraciones expresadas con profunda emoción propagan vibraciones íntimas de avance espiritual.

Todo se realiza de manera semejante a los campos vibratorios y electromagnéticos presentes en las estructuras atómicas de los elementos físicos. Las irradiaciones de mayor penetración y alcance son aquellas que tienen lugar en el interior del núcleo atómico. Igualmente ponemos en movimiento energías del más alto nivel vibratorio en el campo mental cuando experimentamos interiormente los sentimientos más nobles y las disposiciones más edificantes.

Las mudanzas que vamos realizando interiormente van transformando nuestro campo de irradiaciones, que pasa a reflejar las vibraciones de lo íntimo de nuestro espíritu, cubriéndonos magnéticamente del “vestido nupcial” del cual nos habla la parábola de la Fiesta de Bodas, condición indispensable para adentrarnos en la Espiritualidad Superior.

 


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