Conocimiento de Si Mismo

EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

“¿Cuál es el medio práctico más eficaz para mejorar en la presente existencia

y resistir las instigaciones del mal?

Un sabio de la antigüedad os lo dijo: “Conócete a ti mismo”.”

(Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Pregunta 919)

De manera general, todos vivimos en función de los impulsos inconscientes que se agitan en nuestro mundo interior. Manifestamos, sin control y sin conocimiento propio, nuestros más recónditos deseos ignorando sus raíces y orígenes.
Reflejamos inconscientemente un sin número de emociones, pensamientos, atracciones repulsiones, simpatías, aspiraciones y represiones. Somos un complejo indefinido de sentimientos e ideas que, en la mayoría de las veces, brotan dentro de nosotros sin que sepamos cómo y por qué.
Todos somos víctimas de nuestros propios deseos mal conducidos. Cuando sentimos dentro de nosotros una fuerte atracción y alimentamos el deseo de posesión, no nos detenemos para preguntarnos si tenemos derecho de adquirir o concretar aquella aspiración (5). Nos sentimos como si fuéramos dueños de lo que queremos, irrespetando los derechos del prójimo en la realización de nuestros deseos. Queremos eso y basta, cueste lo que cueste, contrariando o no, la libertad de los otros. Nuestro deseo es más fuerte y nada puede impedirlo. Habitualmente, reaccionamos internamente de esa manera.

Vemos constantemente los errores y defectos en los que nos circundan y somos incapaces de percibir los nuestros, tanto o más acentuados que los de los extraños. Justificamos siempre nuestras propias faltas con razones claras a nuestro limitado entendimiento.
En la respuesta a la pregunta 919a, hecha por Kardec a los Espíritus (El Libro de los Espíritus. Libro Tercero, capítulo Xll. Perfección Moral), San Agustín afirma: “El conocimiento de sí mismo es, por tanto, la clave del mejoramiento individual”.
Todo esfuerzo individual en el sentido de mejorar en esta vida y resistir a las instigaciones del mal solo puede ser realizado conscientemente, por disposición propia, distinguiendo claramente los impulsos íntimos y optando por disposiciones que nos lleven a cambios en el comportamiento. De ese modo, “conocerse a sí mismo” es la condición indispensable para llevarnos a asumir deliberadamente el combate al predominio de la naturaleza corpórea.

¿Por qué el conocimiento propio es el medio práctico más eficaz? En Grecia, 400 años antes de Cristo, Sócrates ya así lo enseñaba. Esa sabiduría milenaria es aún hoy día evidente y constituye el medio para que evolucionemos.

CONOCERSE MEDIANTE EL AUTO – ANALISIS

“Bien comprendemos toda la sabiduría de esa máxima (Conócete a ti mismo)

pero la dificultad estriba precisamente en conocerse a sí mismo.
¿De qué manera podemos lograrlo?

(Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Pregunta 919a.)

A la pregunta formulada por Allan Kardec, San Agustín responde ofreciendo el resultado de su propia existencia:
“Haced lo que yo hacía cuando moraba en la Tierra. Al término de la jornada interrogaba a mi conciencia, pasando revista cuanto había realizado ese día, y me preguntaba si no había faltado a algún deber; si nadie había tenido que quejarse de mí. Así llegue a conocerme y a averiguar qué era lo que debía reformar en mí.”
Frente a la duda de como juzgarse a sí mismo, San Agustín, continúa enseñando:
“Cuando os halléis indecisos acerca del mérito de una de vuestras acciones, preguntaos como la calificarías si la realizase otra persona. Si la reprobáis en los demás, no podría ser más legítima para vosotros, porque Dios no tiene dos medidas para la justicia”.
A través de ese proceso llegaremos a conocernos, procurando deliberadamente realizar el trabajo de auto-análisis y no dejándonos llevar por el paso del tiempo, reaccionando y respondiendo a las circunstancias cotidianas, cuando seamos alcanzados en nuestra sensibilidad por la acción devastadora del dolor que, en algunas ocasiones, sacude nuestra conciencia.
El autoanálisis es un proceso sistemático y permanente de efectos diarios y contínuos puesto que vamos al encuentro de nosotros mismos para explorar nuestro terreno íntimo, cultivándolo y preparándolo para producir buenos frutos.

San Agustín interrogaba su propia conciencia y diariamente examinaba sus actos, conociendo lo que necesitaba mejorar y desarrollando la fuerza interna para perfeccionarse.
El consciente puede, cuando es fortalecido y entrenado, penetrar en los dominios del inconsciente, remontar los registros de nuestra historia, recordar las experiencias vividas para que las analicemos bajo nuevos ángulos y podamos modificar aquellas actitudes antiguas, con la visión amplia del día de hoy. Al mismo tiempo el consciente compara, al recibir del supercosnsciente los rumbos delineadores de nuestra evolución, los datos del pasado, del presente y del futuro y al totalizarlos con los recursos de la inteligencia, presenta los resultados en la forma de impulsos que nos llevan a tomar resoluciones y a nuevos procedimientos. Es un mecanismo sorprendente que nos hace avanzar siempre, o cuando menos nos estaciona, más nunca nos hace retroceder.
Es importante que decidamos acelerar nuestro avance, aumentando el poder de nuestro consciente por el auto-análisis, y así su alcance y dominio sobre nosotros mismos, ejerciendo constantes y progresivas mudanzas individuales.

El proceso del auto-análisis puede y debe ser utilizado más intensamente por el hombre, como medio de auto-educación permanente y ordenada. Necesitamos salir de la condición de individuos conducidos por el medio que nos rodea, reaccionando y cambiando, para que pasemos a la categoría de conductores de nosotros mismos, con amplio conocimiento de nuestro potencial de desarrollo.
Es un trabajo que requiere superar nuestros impulsos animales para permitir el flujo de las energías espirituales con miras a alcanzar esferas vibratorias más elevadas debido a la modificación de la constitución sutil del periespíritu.


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