24 Jul CARIDAD Y DOCTRINA ESPÍRITA
Vivimos tiempos de mucha incertidumbre y mucha inquietud en este mundo conturbado por la violencia de todo género, la criatura humana llena de conquistas intelectuales no logra adquirir el equilibrio emocional requerido para afrontar con éxito los desafíos que representan la vida moderna, el estrés sin control y el sufrimiento y el dolor productos de los tiempos de cambio que vivimos en la actual pandemia.
Incrédulos frente a las verdades eternas, nos aproximamos con temor a los santuarios profundos de nuestro ser en busca de respuestas, y solo hallamos interrogantes que nos agitan, y en la penumbra preguntamos al infinito: ¿Cuál es el mayor mandamiento que debe cumplir el ser humano en la tierra?
Enfrentados de forma cotidiana a la inmortalidad, (por la actual pandemia) reflexionamos donde podemos encontrar respuestas que verdaderamente nos orienten, y es en este momento cuando surge la figura celeste de Jesús de Nazareth, quien nos dice :
Cuando los fariseos se enteraron de que Él había tapado la boca a los saduceos, se reunieron y uno de ellos, que era doctor de la ley, le hizo esta pregunta, para tentarlo: “Maestro ¿Cuál es el mayor mandamiento de la ley?” Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente; este es el mayor y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a ese: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley y los profetas se hallan contenidos en esos dos mandamientos”. (San Mateo, 22:34 a 40.)
Caridad y humildad, ese es el único camino a la salvación. Egoísmo y orgullo, ese es el de la perdición. Este principio se halla formulado en términos precisos en las siguientes palabras:
“Amarás a Dios con toda tu alma, y a tu prójimo como a ti mismo; toda la ley y los profetas se hallan contenidos en esos dos mandamientos”. Y para que no haya equivocaciones acerca de la interpretación del amor a Dios y al prójimo, Jesús agrega: “Y aquí está el segundo mandamiento, que es semejante al primero, es decir, que no se puede verdaderamente amar a Dios sin amar al prójimo, ni amar al prójimo sin amar a Dios. Por consiguiente, todo lo que se haga en contra del prójimo equivale a hacerlo contra Dios”.
Buscando la forma práctica y sencilla de aprender y practicar la caridad, me parece oportuno presentar los consejos superiores que nos dan los buenos espíritus :
Allan Kardec, después de profundizar la meditación en torno a las enseñanzas de los Espíritus Superiores, que se apoyaban en las claras lecciones del Evangelio, concluyó con sabiduría que «Fuera de la Caridad no hay salvación», dando inicio a una nueva concepción religiosa.
Es justo, pues, que delante del hambriento, se aplique la máxima sublime, dilatando el pan generoso.
Ante el desnudo se amplía la bondad, ofreciendo tejidos y abrigo, para guardar su desnudez.
Frente al enfermo se agiganta la prodigalidad, brindando el remedio apropiado.
Encontrando un corazón atormentado por la dificultad, se extiende el curso de los sentimientos y se manifiesten los medios que solucionen el problema.
Junto al que llora, se abra el alma y escuche la razón de las lágrimas, donando los recursos capaces de detenerlas.
Delante de la orfandad, al desamparo, se convierta el hogar en refugio que abrigue, reverenciando la excelente virtud.
Ante la viudez o la miseria vestidas de vergüenza, se abra la cartera amiga, facultando alegrías y reconforte.
En cualquier situación del camino por donde marches, cantando la melodía del Espiritismo que te renovó la mente y consoló tu corazón, ayuda, distendiendo la prodigalidad en homenaje al ángel caridad.
También prescribió el Codificador del Espiritismo tras depuradas elucubraciones: “Fe legítima solo es, la que puede enfrentar la razón frente a frente, en todas las épocas de la Humanidad».
La caridad tiene régimen de urgencia, pero también el esclarecimiento a su lado, tiene tarea de prioridad, funcionando como combustible de sustentación.
Pan al hambriento como deber inmediato y luz de la enseñanza espírita, para que la angustia del hambre sea anulada por el servicio dignificante.
Tejidos al cuerpo aterido como tarea impostergable; mientras tanto, orientación Espírita para abrigar en el alma la esperanza, librándola, definitivamente, del frío.
Medicamento al cuerpo enfermo como recurso urgente; sin embargo, directriz Espírita para que el espíritu comprenda las razones profundas del dolor y pueda revitalizarse.
Socorro al afligido en los brazos de la desesperación como obligación irreversible; empero, derrotero Espírita para que el conocimiento lo libere de toda tiniebla e inquietud.
Oído atento y auxilio rápido al sufriente como terapéutica del momento; y también lección Espírita para que la causa de las lágrimas sea modificada y el equilibrio gobierne la vida.
Amparo al huérfano, en el propio hogar, como lección viva de amor; pero conducta Espírita delante de él, como línea de seguridad para su engrandecimiento.
Asistencia a la mujer viuda y auxilio a la miseria como impositivos de acción cristiana; mientras tanto, ofrecer la Doctrina Espírita a fin de que la revolución de la verdad conceda luz y vida, para que nuevos engaños sean evitados; libertando las mentes de las ligaduras poderosas con el mal.
La caridad para ser legítima, no dispensa la fe que le ofrece vitalidad; y ésta para ser noble, debe afirmarse en el discernimiento de la razón, como normativa beneficiosa. Por eso mismo, el Espiritismo es Doctrina de amor; entretanto, refrendado por los Emisarios de la Luz, el estudio merece régimen de urgencia y consideración especial para que la Doctrina, de por sí sola, sea un sustento a la hora de la amargura y de la desesperación, del sufrimiento y del desamparo, capaz de constituirse en fuente preciosa donde el creyente, en cualquier época y en todo instante, encuentre el «agua viva» a que se refería Jesús, en condiciones de calmar su sed, en forma definitiva.
Bibliografía:
Joanna de Ângelis
Médium Divaldo Franco
Extraído del libro “Dimensiones de la Verdad”
Traducido por Juan A. Durante
CENTRO DE ESTUDIOS ESPÍRITAS PAZ Y LUZ